martes, 6 de marzo de 2018

Afganistán y Siria; caminos paralelos

Afganistán y Siria; caminos paralelos
Al hilo de la reciente conmemoración del 29° aniversario de la salida de las fuerzas soviéticas de Afganistán, llevada a cabo desde 1988 y oficialmente completada el 15 de febrero de 1989, parece interesante realizar una comparativa entre aquél decisivo acontecimiento y el escenario actual de la guerra en Siria; ambos conflictos, salvando el tiempo, la distancia y el contexto geopolítico, comparten rasgos análogos que nos llevan a una conclusión lógica, qué, lejos de perder valor por su uso como tópico, muestra nuevamente como la Historia se repite.

De hecho, dicho aniversario coincide también con el recuerdo de los acontecimientos acaecidos en las últimas semanas de febrero de 1982, cuando en el norte de Siria (Hama y parte de Idlib) se desarrollaron duros enfrentamientos entre facciones armadas de la Organización de los Hermanos Musulmanes y las fuerzas gubernamentales del entonces presidente sirio, Hafez al-Asad. Para finalizar,, nos acercamos igualmente al séptimo aniversario del inicio del terrible y prolongado conflicto en Siria.

Los principios de la propaganda siguen siendo válidos
Una de las principales conclusiones que podemos extraer de comparar el devenir de ambos conflictos es comprobar como la propaganda de guerra utiliza como método primario la simplificación de los problemas de manera extrema y divide a los contendientes en dos únicos bandos; al definir los hechos en Afganistán como guerra soviético-afgana se reduce el conflicto de manera dual como formula para atribuir legitimidad a los grupos yihadistas que fueron fervientemente apoyados por EEUU y sus aliados en su lucha contra el Gobierno afgano y las fuerza soviéticas; es evidente que la misma fórmula ha sido aplicada en Siria, como anteriormente contra Libia, Irak o Yugoslavia.

La idea general es exactamente la misma que la que ha sido inoculada sobre Siria en la opinión pública mundial a través de los mass media, think-tanks y apoyo de gobiernos occidentales y árabes; el interesado reduccionismo desplegado por estos actores siempre ha aducido que se trata de una guerra civil entre el gobierno dictatorial de Siria y los "rebeldes" que luchan por la democracia.

Es un principio básico de la propaganda, que simplifica y manipula conceptos (dicotomía buenos-malos) para el consumo de las masas, que deben ser engañadas para no suponer un obstáculo interno que pudiera oponerse a la hora de poner en práctica los planes pre-diseñados de agresión, en este caso, hacia la República Árabe Siria.

Frente a ello, los hechos son esclarecedores; Donald Trump, tras acusar en su momento al gabinete Obama de "crear a Daesh" y proclamar al mundo que EE.UU había derrotado a Daesh, también prometió retirar a las fuerzas estadounidenses presentes en Siria tras culminar su misión.

A día de hoy no solo sigue sin cumplir su palabra sino que las acciones militares estadounidenses directas contra fuerzas pro-gubernamentales y sus aliados (incluida Rusia) han ascendido a un peligroso y nuevo nivel en los últimos meses.

Las fuerzas estadounidenses estacionadas ilegalmente en Siria, se dedican por un lado a la creación de 'Fuerzas de Seguridad Fronteriza' utilizando fuerzas kurdas (FDS) e incluso "reciclando" ex-combatientes de Daesh. Y, por otra parte, en el sur del país siguen manteniendo el enclave de Al-Tanf donde sus operaciones resultan verdaderamente sospechosas.

Volviendo a la comparativa, en su momento, el ex-presidente Obama también prometió que se retiraría de Afganistán, algo que evidentemente no ha sucedido.

Tan es así que la presencia estadounidense en el país centroasiático se prolonga ya por más de 17 años y no parece que los planes de Washington contemplen terminar con su presencia allí; la intervención de la Urss duró 9 años. Dato relevante éste si tenemos en consideración que, a diferencia de Siria, EE.UU dirige de manera directa la guerra de Afganistán al mando de la "Operación Libertad Duradera" y de la misión de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF), cuyo control asumió la OTAN en 2003.

Las intervenciones de URSS en Afganistán y de Rusia en Siria
Comenzamos a encontrar situaciones análogas entre ambos conflictos a la hora de analizar como se desencadenaron ambas intervenciones militares; la soviética, en Afganistán, y la rusa, en Siria.

Soldados soviéticos en Afganistán
Tanto Afganistán como Siria vivían ya conflictos internos desatados cuando las fuerzas soviéticas y rusas comenzaron abiertamente sus respectivas operaciones militares abiertamente. El conflicto afgano enfrentaba al entonces legítimo gobierno afgano dirigido por el Partido Democrático Popular de Afganistán y a los islamistas radicales (muyahidines), apoyados fuertemente desde el extranjero y que fueron simplemente definidos como “rebeldes” por esos mismos gobiernos y prensa occidental.

Evidentemente, en Siria se produjo una situación análoga desde el desencadenamiento de las mal llamadas “Primaveras Árabes” en 2011, cuando grupos islamistas radicales respaldados por un amplio número de países occidentales y árabes iniciaron sus operaciones destinadas a destruir el gobierno y la integridad territorial de la República Árabe Siria.

En Afganistán, las fuerzas soviéticas se encontraban ya en el país desde que fueran “invitadas” por las autoridades afganas en 1979, mientras que en Siria se erigía la única base naval rusa en el extranjero alojada en la ciudad costera de Tartus, establecida en 1971 y la intervención rusa desde el 30 de septiembre de 2015, respondió a solicitudes directas por parte del gobierno y del presidente sirio Bashar Al-Asad.

Yeltsin & Gaidar
Respecto a la interpretación histórica de los hechos y pese a ser una visión claramente desmentida por los hechos y por sus propios protagonistas, la historiografía occidental se sostiene qué, para apoyar al gobierno comunista, la Unión Soviética invadió Afganistán, y como consecuencia de ello llegaría una guerra civil entre el gobierno pro soviético y la “insurgencia” islamista.

Esta interpretación no menciona como Estados Unidos trató de derrocar al régimen pro soviético instaurado en Afganistán ya desde 1976, acusando por tanto de manera hipócrita a la URSS de intervenir en dicho país en diciembre de 1979.

Así lo atestiguan todo un antiguo director de la CIA como Robert Gates, quién sostiene en sus memorias que “la intervención de la CIA se produjo 6 meses antes de que las tropas soviéticas entraran en Afganistán en diciembre de 1979” (1). O el ex consejero de Seguridad Nacional, Zbigniew Brezinsky:

“Empezó el 3 de julio de 1979 cuando el presidente Carter firmó la primera directiva sobre la asistencia clandestina a los oponentes del régimen pro soviético de Kabul” (2).

Charlie Wilson
Junto a éstos imprescindibles nombres para entender el conflicto en Afganistán, debemos situar también a William Casey, director de la CIA durante la era Reagan y, por supuesto, al congresista tejano Charlie Wilson, cerebro de una de las más grandes operaciones secretas de la Guerra Fría. Como miembro del subcomité del Defense Appropriations, que controlaba los fondos destinados a operaciones encubiertas ,Wilson, ferviente anti-comunista, apostó sin dudarlo por los mujhaidines; primeramente convenció al general pakistaní Zia Ul Haq, de que era posible vencer a los soviéticos, para dedicar posteriormente todas sus energías a la tarea de que los yihadistas llevados a Afganistán estuvieran equipados con armamento abundante y de calidad.

Charlie Wilson logró que Pakistán se convirtiese en un santuario para el entrenamiento de yihadistas llegados de todo el mundo, gracias al dinero saudita y a los fondos del Congreso estadounidense, también contando con la ayuda de Israel, Iran, Egipto o la propia China. Tal vez, a cambio de este papel clave de los servicios secretos pakistaníes, buscando que las huellas de la CIA no aparecieran directamente, posiblemente Charlie Wilson convenció a Washington para que mirase hacia otro lado mientras los pakistaníes fabricaban su primera bomba atómica.

En 1989, en un viaje que a día de hoy no pudiera repetirse, un eufórico Charlie Wilson protagonizó una gira triunfal por Afganistán, donde los yihadistas le entregaron como regalo los restos del primer Stinger que derribó un helicóptero Mi-24 Hind soviético.

Asistencia occidental para el encubrimiento propagandístico
Países como Reino Unido han tomado un papel central dentro del sostenimiento de la estructura militar, social y propagandística levantada por los yihadistas en las áreas que dominan en Siria.

Con financiación del Foreign Office britanico, organizaciones como Adam Smith International (considerada como una de las más importantes de las ONGs «humanitarias» británicas) se dedican oficialmente a la tarea de formar “policías” en las "zonas liberadas"", es decir, bajo control de los "rebeldes".

Como admite el propio Parlamento británico, a través de un mecanismo denominado «Fondo de Estabilización y Seguridad» (Conflict Stability and Security Fund, CSSF), el gobierno británico ha financiado y continúa financiando a organizaciones como la citada Adam Smith International, Integrity Global y Tamkeen o los infamemente famosos y oscarizados White Helmets. (66 millones de libras esterlinas en 2015-2016, 64 millones en 2016-2017 y otros 69 millones para el año fiscal 2017-2018. (3)

Sin embargo, y pese a estos medios a su disposición, White Helmets o Syrian American Medical Society (4) no han inventado absolutamente nada nuevo.

Sus recurrentes denuncias de ataques químicos y demás horrendos crímenes son prácticamente calcados a los que se atribuían a las fuerzas soviéticas en Afganistán durante su intervención,

Frente a estos supuestos crímenes, además de las diversos relatos de agentes retirados de la CIA exponiendo como dominaban el flujo de información suministrada a la opinión publica a través de los medios de comunicación, la mejor prueba es el testimonio de Rodric Braithwaite, exembajador británico en Moscú durante el colapso de la Unión Soviética y veterano de la diplomacia de la Guerra Fría. En su obra “Afgantsy”, indirectamente reconoce la propaganda y el engaño que el propio Braithwaite tuvo que practicar como diplomático británico destinado en la URSS. (5)

Yihadistas en Siria
Volviendo a Siria, White Helmets fue fundado en marzo de 2013 en Turquía por James Le Mesurier, un ex oficial de inteligencia militar británica que en ese momento trabajaba para los gobiernos de los Estados Unidos y el Reino Unido, según revelo el propio Le Mesurier en una conferencia en Lisboa en 2015.

De la misma manera que con la Syrian American Medical Society , las evidencias más contundentes para descalificar el falso mensaje de éstos sujetos procede directamente de los propios “White Helmets”, a través de numerosos testimonios, vídeos y fotos en los que se observan sus indisolubles vínculos con organizaciones como DAESH, Jabhat al-Nusra, Ahrar al-Sham, Jaysh al-Islam u otras organizaciones terroristas en Siria.

En esas evidencias basan sus denuncias webs como The Sirian War Blog (6) que examinó los perfiles de las redes sociales de miembros de White Helmets; sus resultados exponen de nuevo el indisoluble vínculo aludido, como lo hacen los artículos esclarecedores del periodista Gareth Porter (noviembre de 2016) (7) o Philip Giraldi, un antiguo especialista en antiterrorismo de la CIA y oficial de inteligencia militar que escribió "El fraude de los cascos blancos" en julio de 2017.(8)

La propaganda acerca de este grupo ha sido sobredimensionada con un despliegue de medios inédito; de manera tan sorprendente como descarada, esta facción innegablemente ligada al yihadismo opta a su segundo oscar consecutivo con la nominación de “Los últimos hombres en Aleppo”, ya que, además del Premio del Jurado en el festival de Sundance, en Estados Unidos, la cinta compite en la categoría de mejor documental en la 90ª ceremonia de los premios Óscar, prevista el 4 de marzo.

Yihadistas en Afganistán
Volviendo a la comparativa con Afganistán, los escolares afganos fueron adoctrinados gracias a los libros de texto de evidente contenido yihadista publicados en EE.UU.

Como informó The Washington Post en 2002 (9), Estados Unidos gastó millones de dólares desde la década de 1980 para producir y difundir libros de texto anti-soviéticos para escolares afganos.

También con dinero saudita, estos libros fueron editados por el Afghanistan Centre en la Universidad de Nebraska, en Omaha. Llevados a Afganistán a través de contrabandistas de las redes construidas por la CIA y la inteligencia pakistaní (ISI), libros como "El Alfabeto para la Alfabetización Jihad", todavía en 2011 podían encontrarse en la ciudad paquistaní de Peshawar.

Adiestramiento y armamento
Se calcula que por los campos de entrenamiento creados por la CIA y el ISI en Pakistán pasaron 35.000 yihadistas procedentes de 43 países islámicos (desde 1982 hasta 1992). Estos combatientes fueron formados para combatir en lo que muchos expertos definen como la primera guerra "asimétrica" moderna, donde no se producen batallas de envergadura pero aún así un ejército puede salir derrotado como le ocurrió a la URSS ( tal vez la única batalla que pudiera considerarse como tal fuese la batalla del Panshir, al estilo de Falujah durante la ocupación estadounidense de Irak).

Es el tipo de guerra en la que los combatientes yihadistas han mostrado su mayor rendimiento (en Bosnia, Libia, Siria..). La diferencia entre cómo adiestraba EE.UU a sus “proxys” en los años 80 y la actualidad, radica en que por entonces se describía aún con términos como el de “asistencia clandestina”. En la Siria actual, EE.UU ocupa ilegalmente porciones del territorio sirio donde instruye de manera directa a estos combatientes.

En ambos escenarios (afgano y sirio), las fuerzas yihadistas a disposición de los intereses de EE.UU gozaron de las armas precisas, modernas y adecuadas al tipo de resistencia presentada; en Afganistán los misiles Stinger, el arma más sofisticada del momento fue clave para anular la ventaja aérea proporcionada por los helicópteros soviéticos, mientras que en Siria los misiles antitanque ( especialmente BGM 71 TOW de origen estadounidense) han constituido el arma esencial para anular la superioridad de los blindados sirios.

Charlie Wilson en Afganistán
Durante la guerra en Afganistán, Charlie Wilson y la CIA, trataron de evitar dejar ninguna pista que condujera hasta Washington, reparando y reutilizando el armamento arrebatado a los soviéticos, recurriendo al mercado negro en países del bloque socialista o incluso recurriendo a Israel para que les entregara las armas de fabricación soviética requisadas a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

En Siria, gran parte del armamento que acaba en manos yihadistas procede de países como Ucrania, Croacia o Bulgaria, con algunas licencias de fabricación de armas de la era soviética, pero ha sido descubierto armamento fabricado en casi todo el mundo, incluidas armas israelíes, MANPADS en manos de Al Nusrah o misiles TOW en manos de Daesh.

Consecuencias
La intervención soviética en Afganistán constituye indudablemente uno de los capítulos más relevantes de la Guerra Fría, ya que a día de hoy sus consecuencias se siguen sintiendo no solo en el ámbito regional sino a nivel global.

Lo cierto es que las redes del terrorismo islámico, cuyos tentáculos extienden su influencia hasta la actualidad, no existían antes de las operaciones clandestinas de la CIA iniciadas en Afganistán a finales de los 70.

La versión dulcificada sobre el papel estadounidense en la creación de este verdadero monstruo, se justifica con el argumento de que en pleno esfuerzo de la Guerra Fría, valía la pena recurrir a cualquier elemento disponible para desestabilizar a la URSS. Pero realmente, los manejos realizados por los estrategas estadounidenses de la Guerra Fría articularon un programa bien estructurado desde la era Carter y que básicamente mantiene su esencia como activo geoestratégico; la prueba palpable es su papel en Siria.

Tras la retirada de la URSS, en Afganistán la guerra continuó hasta la victoria de los integristas en 1996 y el reinado del régimen talibán (Emirato Islámico de Afganistán); marcadamente retrógrado de acuerdo a sus principios teocráticos, los talibanes acabaron con todos los avances sociales y económicos conseguidos durante la República Democrática de Afganistán.

No es necesario imaginar como sería un hipotético futuro donde Al Nusrah o entidades similares (adopten el nombre que adopten) administrasen Siria tras ocupar Damasco, ejecutar al Presidente y a su familia e imponer la misma sharia que han venido imponiendo en las provincias bajo su yugo; sólo es necesario contemplar que ocurrió en Afganistán.

Para finalizar y volviendo a la historia-ficción; ¿ Qué hubiera pasado si durante la operación estadounidense en Afganistán de 2001, Rusia hubiera entregado masivamente misiles "Igla" a los yihadistas como hizo EE.UU con los Stinger?.

NOTAS
(1) From the Shadows, par Robert Gates, Simon and Schuster ed
(2) La Intervención de la CIA en Afganistán. Entrevista con Zbigniew Brezinski, Le Nouvel Observateur, enero 15-21 Issue, 1998, pag. 76.
(3) http://www.parliament.uk/business/publications/written-questions-answers-statements/written-question/Lords/2017-09-05/HL1251/
(4) https://www.sams-usa.net/
(5) http://www.sinpermiso.info/textos/ideologa-y-electricidad-la-experiencia-sovitica-en-afganistn
(6) http://syrianwar1.blogspot.com.es/2017/11/white-helmets-exposed-as-extremists-65.html
(7) https://original.antiwar.com/porter/2016/11/29/syrian-white-helmets-leader-played-western-media/
(8) http://www.informationclearinghouse.info/47400.htm
(9) https://www.washingtonpost.com/news/worldviews/wp/2014/12/08/the-taliban-indoctrinates-kids-with-jihadist-textbooks-paid-for-by-the-u-s/?utm_term=.f525422978e7

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